martes, octubre 02, 2012
Por qué soy Ateo (o por qué no podría ser creyente)
Anoche en una reunión de las que hacen que mi estancia en Acapulco tenga sentido, unos amigos sin el afán de cuestionar negativamente, me preguntaron algo que hacía mucho no me preguntaban. Ya en otra ocasión la esposa del rector de una Universidad en la que trabajé me pregunto: ¿Maestro usted es ateo verdad? A lo que le respondí que sí. Y... ¿qué se siente? Prosiguió… ese día no hubo una explicación tan extensa por la premura de los tiempos entre clase y clase, así que sólo le respondí simplemente que “es no tener miedo de que te vigilen y hacerte responsable directamente y en lo personal de las cosas que haces bien y de las que haces mal, sin buscar justificaciones, pretextos o culpables”.
Pero la pregunta de anoche fue diferente, ¿Qué es ser ateo? Y junto con la pregunta, surgieron en ese momento muchas variantes de la misma. Por lo que por el gran aprecio que les tengo a estos amigos, hoy me levanté con la intención de analizar un poco más a fondo lo que es. Sin embargo, tratar de explicar a un creyente, lo que es ser ateo, ya por la sola idea pudiera resultar ofensivo, por lo que trataré en la medida de lo posible, dar respuesta sin que parezca –o lo pudiera ser- un ataque directo a las creencias de otros.
Básicamente ser ateo es simplemente no creer en dios. En ninguno. Y etimológicamente esto debería bastar; pero sé que esto sólo abre una infinita gama de cuestionamientos posteriores, ¿entonces cómo explicas esto? Me preguntaron ¿y cómo explicas lo otro? Etc. así que me temo que esa respuesta no basta. Ser ateo es tener la plena conciencia de que lo que haces bien o lo que haces mal, tiene consecuencias y las tienes en este mundo y en esta vida. Eres consciente de que el “libre albedrío” -del que tanto se jactan los creyentes-, no es más que un engaño por carecer de opciones de elección. Un ateo respeta profundamente todas las creencias, puede entregara amor y amistad a cualquier credo, sin cuestionar o intentar convencer de lo contrario.
Un ateo, no mata, más que en defensa propia o de los suyos, no busca respuestas en un libro que en el fondo no tiene la certeza de quien lo escribió y que es tan ambiguo que debe ser interpretado en lugar de simplemente entendido, o acatado. Muchos dicen que “es la palabra del señor” pero a los ateos nos resulta muy complejo creer que un dios, el que sea, tenga tan malos sentimientos o tan poca capacidad de comunicación como para dictar normas de conducta que nadie comprenda con precisión. Es como si le dijera a mi hijo “pórtate bien” y que de ahí el deba tener la capacidad de adivinar –para mí- qué es “portarse bien”. Dictar normas de conducta y luego dejarlas abiertas a la interpretación es una estupidez, porque de antemano sabes que cada quien le dará su propia y personal interpretación, y que al final –lógicamente- esa norma no se cumplirá como se espera.
Un padre que protege y ama –de verdad- te dará una indicación clara y muy precisa de lo que quiere y espera de ti, te pondrá por adelantado cuáles serán las consecuencias en uno y en otro caso, bien explicadas con tiempos y formas; y una vez establecido y comprendido esto, dejará a través de la propia responsabilidad, que el hijo tome una decisión y se haga responsable de lo que se derive de ella; no sin antes haberle enseñado durante mucho tiempo antes a tomar decisiones, ya que si todo el tiempo el padre las tomó por él ¿cómo espera que sólo pueda hacer algo tan comprometedor como eso?
Un padre sabe eso, así que no creo que el padre de todos lo ignore o que tenga tan retorcida la mente como para disfrutar desde “las alturas” como sus hijos se despedazan por tratar de entender algo que desde el comienzo pudo haber sido tan claro.
Un ateo sabe que sólo tiene esta vida para hacer lo correcto, sabe que únicamente tiene una oportunidad, por lo que desarrolla un profundo sentido ético, es decir, él mismo genera sus propias normas de conducta desde la base universal del respeto y la admiración de lo que le rodea, por ejemplo: “no tomará a la mujer de su prójimo” (aunque la pudiera desear) –por cierto el deseo también es una característica de la creación- “no matará” (si no está en peligro él o los suyos). En fin, básicamente tiene los mismos mandamientos de todas las religiones (que casualmente son los mismos), pero que en nuestro caso ateo se agregarían algunos más, por ejemplo:
Mandamientos ateos:
No matarás, quemarás o torturarás a aquellos que no piensen como tu.
No pensarás que las mujeres son seres “carentes de alma”.
No las tratarás como “hombres incompletos”
No violarás niños. Ni nada susceptible a ser víctima de un abuso.
No sacarás provecho material de los miedos y culpas de los demás.
No vivirás en la opulencia a costa de la pobreza y desdicha de tu prójimo.
No iniciarás guerras con tus hermanos de especie.
No le faltaras el respeto a los demás miembros de la naturaleza.
No envenenarás con miedos a los niños.
No les quitarás la oportunidad de elegir en qué creer de acuerdo a sus experiencias y convicciones.
No decidirás por los demás.
No antepondrás tu opinión a tus conocimientos o experiencia.
No juzgarás a los demás.
No lucrarás con la ignorancia, sino que promoverás el conocimiento.
No le mentiras a aquel al que le puedas decir las verdad.
No engañaras emocionalmente a tu mujer.
No permitirás la agonía y el sufrimiento de un ser vivo por tu egoísmo, ni mediante medios artificiales extendiendo su propio dolor.
No nombrarás pecado a las conductas que contradigan a tu conveniencia personal.
No impedirás la búsqueda eterna del conocimiento.
No le darás más valor a un ser inexistente que a uno que esté y necesite de ti frente a tus ojos.
No ignorarás el poder universal del respeto y la tolerancia a las especies, los géneros, los sexos, las orientaciones, las creencias, las edades, las condiciones sociales, las etnias, las razas y a todo aquello que nos hace complementarios.
¿Así que los ateos también tenemos mandamientos? En realidad no son “mandamientos” como tal, más bien son directrices de vida, es la propia ética; ya que ni siquiera hay necesidad de imponerlos porque forman parte de la naturaleza humana. El ateo comprende de fondo, sin que se lo tengan que decir, qué es lo que está bien y qué es lo que está mal, de hecho está mucho más allá de eso.
Un ateo no necesita creer, porque no forma parte de sus necesidades básicas, ni de sus cuestionamientos existenciales. Como no vive con la necesidad de ser perdonado, porque lo que hace está o trata de estar siempre dentro del marco de la verdad, el respeto y la justicia, ¿por qué habría de necesitar que algo o alguien lo perdonaran? Un ateo ama, respeta y protege profundamente todo lo que le rodea. Vive en eterna comunión con su universo, siempre y cuando su “universo” no intente hacerle creer que inventar un idioma guajiro lo puede poner en contacto directo con el “creador”, que dar dinero a unos cuantos para beneficio propio lo acerca a las puertas de paraíso, o que inmolarse lo pone por encima de todos los seres vivientes.
Conozco más ateos que viven conforme a los pensamientos espirituales de muchas religiones, que a creyentes cuya conducta fortalezca nuestra esencia como seres humanos, aunque yo si conozco algunos, pero son tan, pero tan pocos, que no aparecerían en una estadística. Por lo que en esta misma esencia, ¿Qué diferencias hay entre un ateo y un creyente? Absolutamente ninguna. Pero ¿Qué diferencias hay entre un creyente y un ateo?…absolutamente todas.
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