lunes, junio 03, 2013

Los perros con más hambre son los que ladran más fuerte...

Una de las cosas que México no perdona y a la cual también paradójicamente le tiene terror, es aparte de la realidad, al éxito. Es tan frustrante la vida de la gran mayoría de las personas, debido a que su vida gira en torno a lo que "tienen" que hacer en logar de lo que "quieren"; que el poco tiempo que les queda sin tener que cumplir obligaciones, lo utilizan de forma destructiva casi como mandato divino. Después de las telenovelas de moda, la boda de su artista favorito, el chisme del espectáculo, el aniversario de la virgen de Guadalupe y el partido de su equipo de futbol favorito, la siguiente actividad preponderante es el chisme. Es buscar a quien joder, de tal manera que así experimentan una pasajera sensación de alivio a su miseria, que aunque es temporal, lo equiparan a esa misma sensación que dan las drogas, el cigarro o el alcohol. Cuando a alguien le va bien, son muy pocos los que no comenzarán a emitir juicios de valor y a hacer señalamientos dolosos e incriminatorios del origen de su buena fortuna. De ahí los comentarios típicos del mexicano promedio: -de seguro se la ha de estar merendando el jefe. -de no ser por sus parientes ricos. -de seguro ya se volvió narco. -tienen porque explotan a sus empleados. -es lo que le roban al pueblo. -etc. Y de ahí comienzan las buenas vibras y los mejores deseos: -pero verás que pronto se les acaba. -pero hay un dios que todo lo ve. -tarde o temprano se les va a acabar. -ojala se pudran en el infierno. -etc. La verdad es que se nos ha enseñado tan poco a buscar la felicidad, que nuestra infelicidad nos hace percibir la felicidad de otros como una mentada de madre y buscamos la manera de "balancear las injusticias" desde nuestro muy limitado criterio, sin darnos cuenta que es ahí donde más energías gastamos; y que si usáramos la mitad de éstas en trabajar o en disfrutar lo que ya hemos logrado, sea mucho o poco, lograríamos en muy poco tiempo tener lo que tanto envidiamos de los demás. Pero siempre será más fácil "linchar" a alguien más, y así en la turba, nadie notará lo miserable e infeliz que soy. En una ocasión se me criticó fuertemente porque en una entrevista -a manera de broma o ironía- como es mi costumbre, dije en plena época de crisis de los costos del huevo, que cuando yo iba al supermercado, "yo no veía los precios del huevo, simplemente lo tomaba y ya". De inmediato comenté también que no solía ver los precios del huevo, -ni ningún otro producto- porque estaba "bien ciego" y mis lentes ya no me servían, pero que la crisis me hacia tener que esperarme a juntar para comprarme otros nuevos. Sin embargo, muchas personas se sintieron tan ofendidas y agraviadas, que fui fuertemente criticado por haberme "burlado de la situación económica de millones de mexicanos a los que sí les afectaba la crisis de elemental producto". Pero ¿quienes hicieron gala de su estupidez esa ocasión? pues quienes interpretaron mi comentario como ofensa por que les hice notar, sin haber sido mi intención, su situación económica precaria (igual que la mía) y en su "indignación" se vieron afectados por lo que se conoce como "Audición Selectiva" (lo que es lo mismo;: sólo escuchan lo que les conviene) y se lanzaron en una campaña de desprestigio por la manera en que me "expreso y hago burla de los pobres" Pero, hasta cierto punto es normal (perteneciente a la norma, más no a lo natural) que los seres humanos actúen de esa manera, debido a que siempre será mucho más fácil "ver la paja en el ojo ajeno"; o como los “perros de rancho” que tanto en mencionado en otras publicaciones: Ladra uno y el testo lo siguen sin saber porque ladró el primero. Hoy me encuentro en medio de un dilema similar, bajo las mismas condiciones que en muchos episodios de mi vida, donde se me ha acusado desde de ser líder de una cofradía satánica hasta ser parte de una secta secreta que pretende dominar al mundo, me imagino que tipo “Pinky y Cerebro”, por lo que no me sorprende en lo absoluto. Uno trata de crecer y al final, tu avance hace que poco a poco sólo veas estos capítulos con más objetividad y hasta con cierta mofa. Hoy, la verdad tampoco me importa mucho el precio de huevo, pero no es porque tenga mucho dinero, sino porque aunque ya veo mejor con mis lentes, ahora es porque no lo consumo, ya que el doctor me lo quito como forma preventiva a mis niveles de colesterol. No veo los costos en los restaurantes, porque simplemente si no tengo para salir no salgo, pero no me aferro a vivir destapando hoyos para tapar otros; compro al contado porque no me gustan los créditos y prefiero ahorrar antes de tener cosas por las que no he pagado, y demás acciones que uno va adquiriendo para tratar de tener finanzas sanas. Aquí más bien lo que habría que analizar es, que tanto se burlan las mismas personas que se dedican a criticar, de su propia vida, cuando en lugar de buscar la forma de salir adelante como el resto de los humanos, sólo se quejan y se sientan a esperar que las cosas les caigan del cielo o que simplemente el dios o santo de su predilección o el gobierno se los envíe, porque ellos están convencidos de que "bienaventurados son los pobres, porque de ellos será el reino de los cielos". Así que como yo me voy a ir derechito al infierno, prefiero ponerme a trabajar, porque esa clausula divina no aplicará conmigo. Yo les sugeriría -hablando en su mismo idioma- que mejor se apegaran al de: "Ayúdate que yo te ayudaré" ¿no es más sano? Pero esa es una simple sugerencia (no me vayan a acusar de tratar de dominarlos a nivel subconsciente) Y como dijo el buen John Lennon: “Let it be”. Hoy San Hugo, te prometo tratar de no engancharme con la pendejéz humana, amén. Feliz día a todos. Hugo Harrell